- ...como ves es normal, como el de cualquier costurera. Hilos, agujas, alfileres, en fin, todo muy común. Pero cuando ella coge una aguja, ni te imaginas lo que puede hacer. - dijo Seta.
Lisecla tenía los ojos abiertos como platos. ¡Qué gente más rara hay en este mundo! pensó. Pero le gustaban.
- Otro día,- continuó diciendo la bruja - le pediremos que nos enseñe algunos de sus vestidos, te van a encantar. Pero eso será cuando tengas más confianza con ella. Es un poco tímida. Claro, tanto mirar hacia abajo...
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