mientras Lisecla estaba en clase, un hada del Mundo Calabaza apareció en el aula. La reconoció porque tenía el pelo naranja y porque su vestido era inconfundible, era tan bonito que sólo lo había podido coser La Costurera. La niña sintió esa complicidad que se siente cuando únicamente dos personas, entre muchas, saben qué está pasando y con una mirada de pilla muy disimulada saludó al hada.
Hada les concedió un deseo a cada uno. Sólo puso una condición:
EL DESEO TENÍA QUE SER PARA EL COMPAÑERO QUE TENÍAN SENTADO AL LADO.
Pensó que había sido muy afortunada por conocer ese mundo, ahora todo el que estuviera con ella se beneficiaría de su buena suerte. ¡Mucho mejor!
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